Máscaras abiertas y SGRT en radioterapia
En la búsqueda de un tratamiento eficaz contra el cáncer, las innovaciones tanto en precisión como en la experiencia del paciente son fundamentales. Uno de estos avances es el uso de máscaras faciales abiertas en combinación con la radioterapia guiada por superficie (SGRT), especialmente en la radioterapia de cabeza y cuello.
Inmovilización con máscaras abiertas
La radioterapia exige una inmovilización precisa para garantizar que el tratamiento se administre exactamente según lo previsto. Tradicionalmente, esto ha supuesto el uso de máscaras termoplásticas que cubren todo el rostro de los pacientes de cabeza y cuello, dispositivos rígidos y a menudo restrictivos que cubren todo el rostro para limitar el movimiento.
Aunque son eficaces para mantener la posición, estas máscaras pueden causar malestar emocional y claustrofobia, lo que a veces provoca angustia o dificultades para cumplir con el tratamiento. Las máscaras abiertas ofrecen una alternativa refinada. Al dejar partes de la cara al descubierto, reducen la carga psicológica de la inmovilización y, al mismo tiempo, proporcionan un apoyo fiable para el tratamiento.
¿Dónde entra en juego la SGRT?
La radioterapia guiada por superficie (SGRT) mejora las máscaras faciales abiertas al añadir una capa de monitorización sin contacto para garantizar que el paciente permanezca en la posición correcta durante toda la sesión de tratamiento. Mediante el uso de cámaras, los modernos sistemas SGRT rastrean el movimiento de la superficie en regiones de interés definidas en la cara o el cuerpo del paciente. Esto permite:
Detectar movimientos sutiles durante el tratamiento
Mantener una posición precisa sin necesidad de marcas permanentes o tatuajes
Evitar dosis de imagen adicionales, ya que la precisión de la configuración se verifica ópticamente
La SGRT proporciona una potente protección cuando se utiliza junto con máscaras faciales abiertas, lo que garantiza que la reducción de las restricciones físicas no se traduzca en una precisión comprometida.
Las mascarillas abiertas también facilitan una mejor comunicación con los pacientes durante la configuración, lo que reduce la ansiedad y permite una interacción verbal más clara cuando es necesario.
Ventajas clínicas en los tratamientos de cabeza y cuello
En la radioterapia de cabeza y cuello, la precisión es vital. Los volúmenes de tratamiento suelen estar rodeados por órganos y tejidos sensibles. Incluso ligeras desviaciones pueden afectar a los resultados o aumentar los efectos secundarios. La SGRT, cuando se integra con el uso de máscaras faciales abiertas, aborda este reto sin sacrificar el bienestar del paciente.
Entre los beneficios observados en entornos clínicos se incluyen:
Una inmovilización más cómoda y tolerable conduce a un mayor cumplimiento del tratamiento.
El seguimiento preciso de la superficie es beneficioso en regímenes estereotácticos o hipofraccionados.
Menor necesidad de volver a realizar imágenes o reposicionamientos, lo que ahorra un tiempo valioso y mejora el rendimiento.
Las mascarillas abiertas también facilitan una mejor comunicación con los pacientes durante la configuración, lo que reduce la ansiedad y permite una interacción verbal más clara cuando es necesario.
El sistema LUNA 3D de LAP se ha desarrollado teniendo en cuenta este flujo de trabajo integrado. Su diseño modular y sus capacidades de seguimiento de alta resolución permiten a las clínicas adoptar protocolos de máscaras faciales abiertas, al tiempo que mantienen un alto nivel de atención.
A medida que las consultas oncológicas buscan formas de aumentar la comodidad sin comprometer la atención, la combinación de máscaras faciales abiertas con SGRT es un paso lógico hacia adelante. Se alinea con un compromiso creciente con un tratamiento suave pero preciso, en el que los pacientes se sienten menos limitados y los médicos mantienen el control total del posicionamiento.
Al apoyar este cambio, tecnologías como LUNA 3D están ayudando a los departamentos de radioterapia a adoptar soluciones que son tanto técnicamente sólidas como emocionalmente inteligentes, creando experiencias de tratamiento más fluidas y que apoyan mejor el proceso del paciente.


